4 de octubre de 2008

LA CONTRA half weekend a VALLBONA’08


Todavía estoy emocionada de nuestra experiencia en Vallbona. Y espero que hayan más compañeras de viaje que expliquen su experiencia.

Para mi, adentrarnos en los misterios de la vida monacal fue encontrarnos con otro estilo de vida. Un ritmo diferente del que nosotras estamos acostumbradas. Ellas siguen el ritmo liturgia diario que las guía hacia un mundo espiritual y de silencio que no ha sido interrumpido desde hace 850 años.

El Reial Monestir de Santa Maria de Vallbona es una de esas pequeñas joyas desconocidas. Real porque debía acoger a la Reina Violant de Hungría. Gracias a Magda Gassó, nuestra guía y responsable de los conjuntos monumentales de la Generalitat de Catalunya, pudimos comprender muchos hitos históricos que todavía nos afectan como La Contrarreforma. Una de sus consecuencias fue imponer a los monasterios femeninos la población de sus alrededores.

Conocer a la Abadesa y la piora Gloria fue mágico. Romper moldes seria quizás una de sus características. Mi imagen personal de las monjas cambio por completo.

“¿Por qué hacerte monja? Quizás para llegar más lejos con mi aportación”: leíamos en la Contra de la Vanguardia. Gloria era informática, tenía novio, iba al Liceo y un día por casualidad decidió acompañar a una monja a Vallbona. Allí se sintió bien y fue yendo varias veces hasta convencerse de que su sitio estaba allí.

La vida en comunidad es lo más complicado nos comentaba. Hay que estar por los demás, pero no todo es fácil. La Abadesa es una gran madre para todas.

En mi mente las recuerdo rezando y cantando a las mismas horas al compás de otros monasterios cristianos que siguen la misma liturgia. Cada día cuando me levanto a las 8h pienso en ellas y sus rezos.

Un lugar para volver.

Os mando las fotos de Pilar Zaragoza

By: Amor Pujol, VISIÓN agima


Dejadme que os cuente,...


Lo confieso, nunca hubiera pensado que acabaría conviviendo, ni que sólo fuera medio fin de semana, con un grupo de monjas... Que me iba a reír, y a sonreír, que se me dispararía la adrenalina viviendo una aventura de vértigo, que se me iban a poner los pelos como escarpias más de una vez y que, posiblemente, las lágrimas querrían asomar de emoción tras los muros de un convento… Y no, no estaría viendo "Sonrisas y lágrimas" o "Una monja de cuidado", sino el sencillo canto de un coro de monjas en el Real Monasterio de Vallbona. ¡Imposible! Hubiera dicho que eso lo dejamos para las películas de Hollywood...

Pero si, se podría hacer un buen guión con los ingredientes que había entre manos… Huele a campo recién abonado, risas, sentimos como el frío cala nuestros huesos mientras puntean cientos, miles de estrellas en una noche negra y limpia; crece el calor humano, intercambiamos impresiones, estados de ánimo, cambios que se ciernen en estos días de incertidumbre general, sin perder la sonrisa entre las gruesas paredes de la hostería... Diez monjas nos envuelven con sus togas estables, perennes, inmaculadas de mancha, sencillas, abiertas en una cálida bienvenida. Las piedras nos cobijan y los cánticos de vespres y maitines nos conducen a un mundo místico de paz y sabiduría que ya no existe en el nuestro terrenal... Magda nos transporta por los vericuetos de la historia y nos dejamos transportar por los nobles espíritus de Violant de Hungría, la que fue señora de Jaime I El Conquistador, de su hija Sancha y de las abadesas que descansan en su sacro sepulcro…

…Ni guerras, ni contrarreformas, ni epidemias, ni hambrunas han hecho mella en estas hermanas que han persistido durante 800 años en este Real Monasterio. Nos abriga un manto de misticismo y belleza que es patrimonio nuestro y una pizca de envidia sana asoma en nuestros pensamientos: ellas, religiosas de Vallbona, viven en un mundo espiritual que apenas sobrevive en el nuestro, material y agitado


…… A partir de ahora, si me dicen que saltar por una ventana en lo alto de un primer piso levanta el espíritu, me lo creeré. Haré un acto de fe la próxima vez que me lo propongan, pues sin saltar, dormí con la bendita adrenalina en mis entrañas. Gracias al equipo de agima por esta auténtica "experiencia religiosa". Gracias a Magda por adentrarnos en el laberíntico pasado del convento y sus alrededores.

Gracias a las monjas de Vallbona, por dejarnos saborear de cerca su vida monacal.

¿Para cuando la próxima salida?

Las FOTOS

By: Eva Espinet Palabras para la Comunicación

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